CHAVIN
Esta revolución social, cultural y política se origina hacia el año 2,000 a. C.
Así las aldeas donde viven estos sacerdotes que poseen mayores conocimientos y dioses más poderosos, crecen en poderío y riqueza.
Establecen con un gran templo lítico su centro de poder teocrático en el corazón de los Andes, en la margen izquierda del río Mosna, en su intersección con el río Huachegsa, en el paraje denominado Chavín, actual provincia de Huari, en el departamento de Ancash.
Esta estratégica ubicación, les permite establecer un gran centro de intercambio de productos y bienes entre la costa, la sierra y la selva, Chavín se convierte en un gran templo, donde a manera de Roma o Jerusalén confluyen los habitantes de toda una vasta región de los andes.
De esta manera, el Imperio Chavín se constituye en el primer gran horizonte cultural pan-peruano, que abarca una vasta región de los Andes.
LA CULTURA RECUAY
Surge entonces la llamada Cultura Recuay que se localiza en un ámbito más reducido y que se prolonga hasta el siglo VIII d.C. y deja como muestra de su paso las litoesculturas que se aprecian en el Museo de la Ciudad de Huaraz, el repositorio en su especialidad más importante de América. Esos monolitos representan en su mayoría guerreros armados de mazas y escudos, portando como trofeos, las cabezas de sus enemigos.
Los artistas de la Cultura Recuay elaboran también finos ceramios de arcilla blanca, trabajaron los campos y comercializaron productos mediante recuas de llamas, entre la sierra y la costa.
LOS PEQUEÑOS REINOS Y SEÑORIOS
Entre el siglo XIII y el año de 1460, las grandes culturas se dispersan en pequeños reinos o señoríos, con régulos que gobierna pequeños territorios, entre ellos se pueden mencionar a los Pincos, los Piscobambas, los Huallas o Huaylas, estos últimos se asientan a orillas del Río Grande, posteriormente llamado Santa.
Estos reinos no han dejado señales importantes de su paso en cultura o desarrollo, salvo los Huaylas que salen de la prehistoria de la mano de los conquistadores españoles, mediante una de las primeras experiencias de mestizaje entre América y Europa, cuando el último emperador del Tahuantinsuyo, el Inca Atahuallpa entrega a su hermana Quispe Sisa al conquistador Francisco Pizarro como esposa o compañera.